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Estudiando Eclesiastés 5:1-7

  • Pr. Raúl Reyes
  • 5 dic 2016
  • 6 Min. de lectura

Introducción.

Eclesiastés habla de la lucha del hombre por encontrar significado y satisfacción en la vida. El tema básico es que la vida está vacía y no tiene sentido aparte de una recta relación con Dios. Amenos que el hombre llegue a conocer al Creador, nada de lo que ha sido creado podrá darle paz y satisfacción, todo será «vanidad» (1:2; 12:8). Toda búsqueda por el hombre con el tiempo le dejará descontento y vacío. (Benware 1994, 161)

Debemos entender que las conclusiones y opiniones aisladas y anticipadas en el argumento del libro no deben tomarse como finales, sino que deben suprimirse a la conclusión final del libro en 12:13. (Gillis 1960, 426)


Exposición del texto Eclesiastés 5:1-7.


«Una adoración verdadera delante del Señor»


La adoración, es un acto que se ha devaluado considerablemente en estos últimos tiempos. Desde considerar que puede llegar a ser un simple estilo musical, hasta en ser pensada en que si es un movimiento rápido o lento. Pero en este texto de Eclesiastés nos presenta una serie de imperativos que nos muestra como debe ser nuestra adoración a Dios.


I. Rindamos adoración genuina a Dios vv. 1-3.

  • Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal v. 1

En nuestro texto «Dios» es usado 7 veces de las 43 veces que se repite en todo el libro; viene una vez conjugado con temor, de las 5 veces que aparece en todo el libro. Durante todo el libro, se puede apreciar como la aplicación de Dios va ligada con ser un juez, que al final habrá juicio sobre todos.


«Cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios» Encontramos un paralelismo con las palabras del profeta Samuel dichas al rey Saúl en 1 Samuel 15:22 « ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros». Sin duda la comparación entre la obediencia y los sacrificios son algo marcadas por el profeta Samuel, Dios aprecia más la obediencia que actos vanos y sin sentido. Uno de los imperativos que nos demandan una adoración genuina a Dios es obedecerle responsablemente.

«Cuida tus pasos» podría ser una metáfora de acercarse de una manera digna; también podría ser escuchar correctamente. Siendo también el imperativo que define nuestra primera sección de la adoración.


Un «necio» es aquel que no hace lo que Dios ya estableció para el ser humano, en otras palabras, un necio es aquel que no hace la voluntad de Dios. Solamente puede hacer el mal aun sin saber que lo está haciendo.

  • No te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palaba alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra v. 2a

En la primera parte del v. 2 encontramos el segundo imperativo «No te apresures», y esto nos enseña que nuestro pensamiento en la adoración debe ser correcto. Así que una adoración genuina a Dios es pensada correctamente.


«Él está en el cielo y tú estás en la tierra» es una lítote, que nos recuerda nuestra condición delante de Dios. Nosotros como seres humanos en la «tierra» estamos bajo su dominio y soberanía indudable. Así Dios es exaltado porque está en el «cielo».

  • Mide, pues, tus palabras. Quien mucho se preocupa tiene pesadillas, y quien mucho habla dice tonterías v. 2b-3

«Mide, pues, tus palabras» Este es el tercer imperativo de esta sección. Una adoración genuina a Dios es expresada correctamente.


«Quien mucho se preocupa tiene pesadillas, y quien mucho habla dice tonterías», siendo un proverbio de la época, complementa la idea en cuanto a la expresión correcta de la adoración, esta no debe ser diciendo «tonterías» o profiriendo palabrerías vanas. Sino más bien debe ser centrada correctamente en quien la merece, siendo Dios, así como reconociendo nuestra condición debajo del cielo, para exaltar la grandeza y justicia de Dios.


II. Rindamos adoración reverente a Dios vv. 4-7.

  • Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos: Vale más no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos vv. 4, 5

«Cuando hagas un voto a Dios…» Los votos eran acuerdos voluntarios celebrados con la deidad. Típicamente los votos eran condicionales y acompañaban una petición a la deidad. Eran compromisos cúlticos a Dios en los que el adorador prometía emprender una acción dada si Dios otorgaba su petición. (Walton, Matthews y Chavalas 2004, 640)


Pero el Predicador nos hace una advertencia «No tardes en cumplirlo» y «Cumple tus votos» que nos lleva al primer imperativo, una adoración reverente nos demanda cumplir lo prometido. En Números y Levítico los «votos» se usan para representar las ofrendas como pago por un pacto que se ofrece a Dios, por lo regular como pago por los pecados cometidos. Pero de esta misma manera, también son importantes los «votos» que hacemos a nuestro prójimo; puesto a que si fallamos a nuestro prójimo, estamos fallando también a Dios. Esto se explica mediante la afirmación que somos imagen de Dios. Si no cumplimos con nuestros «votos» faltamos a la imagen de Dios, o sea, estamos fallando directamente a Dios.


Como resultado de fallar nuestros «votos» se nos compara como «necios» nuevamente.

  • No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero de Dios que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices, y destruir el fruto de tu trabajo? v. 6

«Pecar», es todo lo que va en contra de lo que Dios estableció para el hombre. La desobediencia, el no prestar atención, el no ser íntegros, son unos de los ejemplos que presenta nuestro texto.

Los estudiosos no están seguros quién era este «mensajero», por este versículo podemos suponer que había un funcionario del templo cuya tarea era asegurarse de que los adoradores habían cumplido sus votos. (Walton, Matthews y Chavalas 2004, 640)


«No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero de Dios que lo hiciste sin querer». Nuestra integridad está en juego si no cumplimos nuestros votos, además también lo está si cambiamos de parecer delante del «mensajero de Dios».


« ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices, y destruir el fruto de tu trabajo? » Esta es una pregunta retórica, que contiene un antropopatismo («enojarse Dios») atribuyéndole una emoción a Dios. Que nos demuestra que hay graves consecuencias si no tenemos una integridad en nuestra adoración.

  • Más bien, entre tantos absurdos, pesadillas y palabrerías, muestra temor a Dios. v. 7

« Absurdos, pesadillas y palabrerías » es un refrán de la época para mencionar las cosas superficiales o superfluas, vanas, en otras palabras que no tienen importancia.

« Temor a Dios », se usa como metáfora de una relación con Dios. También como reverencia a aquel que un día juzgará nuestra vida. Es también, una acción de reverencia a la magnificencia de Dios.


Todo el versículo nos entrega el último imperativo, una adoración reverente demanda abandonar lo superfluo. Respetar a Dios, o tener «temor a Dios» es el acto más alto de la adoración a Dios, esto es tener una relación genuina y reverente con Dios.


Entonces, nuestra adoración va definiendo en términos de que tanto conocemos a Dios. Qué es lo que quiere, o cuál es su voluntad, son quizá las preguntas más comunes que podemos hacernos. La propuesta de este texto es simple, dejémonos de comentarios superfluos, comentarios sin sentido, y busquemos una relación más personal con Dios.


Conclusión.


Como resumen, el texto nos pide de una manera imperativa rendir adoración a Dios, de una manera genuina como también con reverencia. De manera genuina: obedeciendo de una manera responsable, pensando correctamente y expresándonos adecuadamente; así como reverente: cumpliendo nuestras promesas, teniendo integridad, y abandonando lo superfluo, así poniendo nuestra vista exclusivamente en Dios.


Debemos mostrar una adoración correcta delante de Dios, no solo en el templo, sino en nuestra vida cotidiana, obedeciendo a Dios, teniendo integridad y siendo respetuosos. Tanto si vamos al templo, o si hacemos una promesa, nuestro pensamiento debe ser íntegro y sincero, debemos adorar a Dios de una manera genuina y reverente. En cuanto a las promesas, debemos recordar que Dios, su imagen, está representada en nosotros, por lo tanto hacer una promesa a tu prójimo y no cumplirla es faltar a la imagen de Dios, en palabras sencillas, seguimos actuando como necios y faltamos a Dios cuando no cumplimos lo que prometimos a nuestros semejantes.


Siendo solo dos opciones las que tenemos, actuar como un «necio», o llegar a ser un sabio con «temor a Dios», ¿qué escogeremos nosotros? Siempre teniendo en cuenta que el final de Eclesiastés nos marca el fin total del discurso:


« El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto »

Ec 12:13-14


Bibliografía

Benware, Paul N. Panorama del Antiguo Testamento. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1994.

Gillis, Carroll Owens. Historia y Literatura de la Biblia Tomo V. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1960.

Walton, John H., Victor H. Matthews, y Mark W. Chavalas. Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 2004.

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